En un diálogo interdisciplinario con analistas latinoamericanas y expertas colombianas en seguridad se presentó el contexto regional de la delincuencia organizada, el cruce de economías ilegales y los impactos diferenciados en la vida de las mujeres. Y, a la vez, reflexionar sobre los aportes de la seguridad feminista.
Nos hemos acostumbrado a pensar en el conflicto armado colombiano desde una perspectiva local. Esta mirada nos ha permitido identificar las causas estructurales que dieron lugar a la disputa del poder por las armas: acaparamiento de tierras; expulsión del campesinado pobre a los márgenes de la frontera agrícola; y concentración del poder político en las élites y los dos partidos tradicionales; entre las más relevantes.
Adriana Benjumea Rua, directora de la Corporación Humanas, dio apertura a este seminario, destacando las transformaciones del conflicto armado colombiano. “Se pasó de la lucha guerrillera a la concurrencia en los territorios de distintas fuerzas armadas y su articulación con grupos delincuenciales comunes. Los ejércitos se han reconfigurado y ya no están estructurados para disputarse el poder central sino para obtener la mayor cantidad de dinero de negocios ilegales, extorsiones, imposición de mercancías, control de los presupuestos públicos municipales e infiltración en empresas prestadoras de salud”.
Otro aspecto son las formas del control de la población y el ejercicio del poder local como estrategias para el financiamiento de estos grupos: “la estructura en redes y no vertical permite compartimentar información, diversificar los negocios y preservar la seguridad de los altos mandos; la articulación con redes delincuenciales de otros países y la especialización en la cadena de comercialización de la mercancía ilegalizada y de las personas traficadas garantiza la pervivencia y el éxito comercial de los grupos nacionales o con localización en el territorio nacional”.
Las armas de fuego y la violencia contra las mujeres
Con la conferencia sobre el tráfico de armas, de Carla Álvarez, del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador – IAEN, comenzó el Seminario sobre Crimen organizado y violencias contra las mujeres: desafíos y respuestas desde el feminismo.
Durante su conferencia, Carla Álvarez, doctora en Estudios Políticos de la FLACSO Ecuador, se refirió a la crisis silenciosa que emana de la presencia de armas de fuego legales e ilegales y sus impactos en la cotidianidad.
El dato con el que inició su presentación fue una cifra comparativa: en Ecuador, el 75 por ciento de los feminicidios son cometidos con armas de fuego y, en el caso de Colombia, el 67 por ciento de asesinatos de mujeres se realiza con disparos. “Una realidad alarmante es que el número de muertes de mujeres es elevado y está en ascenso en diferentes lugares del mundo”, señaló.
América Latina fue hasta el año 2021, el continente más violento del mundo y ahora ocupa el segundo lugar, en continua competencia con África.
“El sistema patriarcal cobra la vida de las mujeres y se reproduce especialmente en sociedades donde concurren: la violencia directa que podemos contar, la violencia estructural (insatisfacción de necesidades) y la violencia cultural que legitima”: afirmó Carla Álvarez.
La investigadora advirtió que la legitimación de las armas de fuego y la tenencia de armas legales e ilegales aumentan la vulnerabilidad de las mujeres. Este riesgo pone una urgencia en las políticas de control de armas y en los programas de desarme con enfoque de género.
Una de sus observaciones es que a partir de enero de 2022 cuando se flexibilizó el porte de armas en Ecuador y se eliminaron las normas restrictivas de este mercado, se observa el incremento año a año de Voces del Panel: Transformaciones del conflicto armado colombiano
Con la participación de Elizabeth Dickinson de International Crisis Group; Inge Valencia, profesora de Icesi y María Camila Moreno, directora de la ICTJ, se revisó el caso colombiano, bajo la moderación de Leire Otaegi.
“La guerra en Colombia tiene una configuración machista y es visible en el reclutamiento de niñas y niños. Con la promesa de las armas, motos y bajo el rol del combatiente a los muchachos. A las niñas con la promesa de enamoramiento y escape de la violencia doméstica”: Elizabeth Dickinson
Elizabeth se refirió justamente a todos los incentivos que se ofrecen para que niños y niñas, adolescentes y jóvenes de regiones como el Cauca sean vulnerables a permanecer en zonas de combates. La lógica empresarial de los grupos armados en su afán de acceder a las rentas ilícitas implica acciones de violencia contra la población civil, particularmente contra las mujeres.
Inge Valencia presentó información cartográfica sobre el fortalecimiento de lo que llamó “gobernanzas armadas” en algunas regiones colombianas, donde paz y seguridad no han ido de la mano. Revisó el legado de otros grupos en temas de coerción, negociación, violencia focalizada contra poblaciones específicas y variaciones en sus repertorios de actuación.
En términos de la transformación del conflicto, Inge resaltó: “Hay dos situaciones claves: el fortalecimiento y la transformación de las gobernanzas armadas con el control territorial y de la población civil, y el reconocimiento de la urgencia humanitaria y la afectación regional y la expansión de los actores armados”.
María Camila Moreno propuso una lectura que se separe de lógicas dicotómicas, una visión más general y desde la experiencia como negociadora y asesora en tres procesos de negociación en la Amazonía, Buenaventura y Quibdó.
Inicialmente recordó lo que había antes del 2016: se usaban las categorías de actores del conflicto, grupos armados organizados o al margen; se actuaba conforme al DIH y, en las décadas de los 80 y 90, se reconocían las características del mando unificado y capacidad de hostilidades. Se trataba de ejércitos jerarquizados y con cierto control sobre sus tropas.
Destacó dos rasgos del cambio del conflicto armado colombiano posterior al Acuerdo Final de Paz entre el gobierno nacional y las FARC-EP: la diversificación y ampliación de las economías ilegales en función del fortalecimiento del mercado global del narcotráfico y el carácter híbrido de las disidencias entre criminalidad y la ambigüedad de su rol político en los territorios.
Voces del Panel: Violencias contra las mujeres en contextos de criminalidad organizada
Este panel contó con los aportes de la periodista chilena Mónica Maureira, especialista en violencias de género y derechos humanos, profesora de la Universidad de Santiago de Chile, Usach, y experta de Chile ante el MESECVI. Así también, la antropóloga Luz Piedad Caicedo, Magíster en Estudios Interdisciplinarios sobre Desarrollo, especialista en Ciencia Política.
Mónica Maureira planteó que su país era uno de los más seguros de la región hace menos de una década y que ahora Chile presenta casas de tortura en zonas urbanas y centros de salud que han sido atacados por pandillas. Su intervención se centró en los casos de desaparición de mujeres y niñas en escenarios de criminalidad organizada.
“Las desapariciones de personas es una de las principales estrategias de control territorial (secuestros, extorsiones, trata, feminicidios). Son violencias silenciosas que además son silenciadas por falta de abordaje de las políticas públicas”, afirmó. Y allí cobra especial importancia la afectación de las mujeres buscadoras.
Mónica también se refirió a la experiencia de femicidios en Honduras a partir de 2009, posterior al golpe de Estado y su relación con el fenómeno de la militarización; los casos de México y de Chile con violencias extremas múltiples.
Por su parte, Luz Piedad Caicedo abordó los cambios reportados en el conflicto colombiano desde las desmovilizaciones de las AUC y las fragmentaciones de grupos como las Farc que se mantuvieron en armas. ¿Qué pasó después de los jefes paramilitares extraditados? ¿Los mandos medios que se mantuvieron en la criminalidad en el país?
“Estamos frente a numerosas pandillas y grupos delincuenciales armados que ejercen controles sobre las comunidades urbanas, con relaciones autoritarias que imponen normas de comportamiento, confinamiento y hasta el control de la canasta familiar”: dijo Luz Piedad.
Voces del conversatorio: ¿Cómo enfrentar el crimen organizado desde una perspectiva de seguridad feminista?
Con la participación de Angélica Bernal y July Fajardo, y la moderación de la Luz Piedad Caicedo, se revisaron las alternativas antimilitaristas que surgen de las organizaciones de mujeres y del movimiento feminista.
“La trampa del patriarcado es apelar al belicismo estatal que en realidad no es una solución efectiva en Colombia. La respuesta militar es incompleta y en ocasiones perpetúa la violencia, no protege , por el contrario, pone en riesgo la vida de las comunidades”: Angélica Bernal
Por su parte, July Fajardo planteó que la visión de seguridad militar es reduccionista y ha sido racista, clasista y sexista. Además, puntualizó que el feminismo se pregunta por la construcción colectiva y los sentidos de la seguridad para las mujeres y las comunidades, y la experiencia diferenciada de género y territorios.






