En torno a las múltiples aproximaciones para analizar el papel que han jugado las mujeres en la guerra, algunas de ellas han insinuado una cierta dicotomía entre el papel de víctimas y el de actoras sociales, haciendo hincapié en el hecho de que situar a las mujeres sólo como víctimas, es
perpetuarlas en un lugar de indefensión y vulneración y no mostrar, como si fuera la cara opuesta, a las mujeres en un rol activo de participación en la reconstrucción del tejido social y en la construcción de la paz o de una salida negociada al conflicto; además, en algunos casos se advierte
sobre el hecho de que las mujeres también han participado en el conflicto armado como agentes del mismo. Lejos de compartir esas apreciaciones consideramos que el reconocimiento de la calidad de víctimas de violencia sexual de las mujeres, en el marco del conflicto armado, es no sólo, un derecho ciudadano sino una oportunidad para redefinir los arreglos de género en la sociedad desde la lógica de la igualdad que supone reconocer las diferencias.