Luz Piedad Caicedo, investigadora senior de la Corporación Humanas, intervino en la reunión mundial de embajadores de la Comisión de Consolidación de la Paz de la Naciones Unidas , al cumplirse 25 años de la agenda Mujeres, Paz y Seguridad, realizada en Nueva York el 27 de octubre de 2025.
Compartimos aquí la intervención de Luz Piedad Caicedo quien señaló la desproporción entre gasto militar y ayuda humanitaria. Por ello, hizo un llamado a detener los conflictos armados que en Colombia y en el mundo están impactando a la sociedad civil, en especial a mujeres y niñas. Y, a su vez, a hacer que la agenda Mujeres, Paz y Seguridad se traduzca en decisiones concretas y resultados reales de parte de los Estados.
Enfrentamos retos sin precedentes: 56 conflictos armados, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial, con 48.300 civiles muertos, de los cuales el 44 % eran mujeres y el 35 % niñas y niños; 838 millones de personas en pobreza extrema y 1.100 millones en pobreza moderada; 304 millones de migrantes internacionales y alrededor de 44 millones de personas refugiadas. Todas estas cifras provienen de Naciones Unidas. ¿Cómo es posible que registren estos datos y no se produzcan cambios significativos?
Hemos olvidado demasiado rápido el genocidio en Ruanda y las atrocidades de Bosnia. La agenda Mujeres, Paz y Seguridad nació para proteger a las víctimas civiles, especialmente mujeres, y recordar que las Naciones Unidas surgieron para prevenir nuevos holocaustos. Hoy, estas instituciones se debilitan y son los Estados los llamados a revalorizar la ONU, su Consejo de Seguridad y sus resoluciones, en especial las de Mujeres, Paz y Seguridad. Estos textos no son solo letras; representan la apuesta de la humanidad por reconocer y proteger la vida de quienes vemos diferentes.
La desproporción entre gasto militar y ayuda humanitaria es grotesca: en 2024 el mundo destinó 2,718 billones de dólares a militarización, mientras que la ONU recibió apenas 21.200 millones para ayuda humanitaria, menos del 1 % de lo destinado a la guerra. Es urgente que los Estados miembros actúen y que la agenda Mujeres, Paz y Seguridad se traduzca en decisiones concretas y resultados reales.
En Colombia, el movimiento de mujeres trabaja incansablemente por la resolución pacífica de los conflictos, enfrentando múltiples retos, uno de ellos: «la política de lucha contra las drogas», que alimenta el conflicto armado y que convirtió un problema de salud pública en guerra y terrorismo. La Cruz Roja estima que en Colombia perviven 8 conflictos activos con unas 21.958 personas involucradas y un incremento incesante de víctimas civiles.
Firmamos un proceso de paz con las FARC en 2016, pero la firma no bastó: se requiere una implementación sostenida y decidida. Contamos por primera vez con un Plan Nacional de Acción de la Resolución 1325, y es urgente que los trámites formales se completen para garantizar su efectiva aplicación, durante este y el próximo gobierno.
Las mujeres colombianas seguimos apostando por la Agenda Mujeres, Paz y Seguridad, porque nuestra participación es esencial para prevenir y resolver conflictos.
¿Por qué? Porque las mujeres perciben lo que los hombres no pueden ver desde su lugar de privilegio; las mujeres viven de manera más directa los estragos de la discriminación, la desigualdad y la guerra. Quien nunca ha carecido de nada difícilmente comprende la falta; quien siempre ha estado del lado del gatillo poco sabe del que está del lado del cañón.