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Intercambio de experiencias entre mujeres privadas de la libertad y sus familias

El intercambio de experiencias entre las mujeres privadas de la libertad y sus personas cuidadoras es un paso hacia adelante en el proceso integral de acompañamiento psicosocial y una contribución al proceso de resocialización de las mujeres.

En esa oportunidad, durante los días 13 y 14 de mayo, un grupo de veinte familiares viajó desde diferentes municipios del departamento del Chocó, incluyendo Quibdó, Istmina, Bahía Solano y Nuquí, así como desde  Chigorodó y  Medellín en Antioquia, con el fin de visitar a dieciséis mujeres privadas de la libertad en el Complejo Carcelario y Penitenciario con Alta y Media Seguridad de Medellín PEDREGAL. Estas mujeres fueron trasladadas desde la cárcel de Anayanci en Quibdó,  debido a la construcción de su infraestructura.

La Corporación Humanas facilitó un espacio de fortalecimiento psicosocial en dos momentos: un taller preparatorio de acompañamiento y el encuentro. El objetivo del intercambio fue incrementar la comprensión, la empatía y el apoyo hacia los familiares de las mujeres en situación de cárcel, así como reducir los impactos psicosociales derivados del traslado de las mujeres de Anayanci a Pedregal, considerando el distanciamiento familiar que esto implicó

Para muchas familias, fue un reencuentro después de años sin verse, lo que generó una mezcla de emociones: alegría, nerviosismo y, en algunos casos, tristeza. La oportunidad de verse cara a cara permitió a los familiares observar el estado físico y emocional de las mujeres, lo que transformó su percepción inicial y les brindó una sensación de alivio.

Gracias a una alianza con el programa de Trabajo Social de la reclusión, fue posible priorizar a las familias de las mujeres del Chocó y permitir un encuentro colectivo con mujeres trasladadas desde Anayanci (Quibdó), ampliar el tiempo de visita en una jornada desde las 8 am hasta las 3 pm, con actividades lúdicas y con la acogida de las autoridades del establecimiento.

La alianza con Trabajo Social del INPEC fue clave para transformar lo que podría haber sido una visita gris en una experiencia llena de vida, color y esperanza. La experiencia compartida reafirmó la importancia del afecto familiar como pilar fundamental para afrontar y abordar las complejidades emocionales asociadas con la privación de libertad. 

Dos días y una vida por delante

El primer día se dedicó a la preparación psicosocial de los familiares. un espacio para escuchar testimonios directos, fortalecer vínculos y promover la comprensión de la experiencia de privación de libertad. La actividad buscó disminuir el estigma social, favorecer la expresión emocional y construir herramientas colectivas de apoyo, resiliencia y reintegración.

 Se adelantó una conversación desde su rol de cuidado se identificaron retos de la experiencia, así como la conciencia sobre las emociones experimentadas. 

El segundo día se tuvo el encuentro entre familiares y mujeres privadas de la libertad (MPLs). Fue un espacio significativo para la reconstrucción de vínculos afectivos y la promoción del bienestar emocional de ambas partes.

 No solo por el reencuentro físico, sino también por el proceso de sanación colectiva del grupo participante que procede de un contexto marcado por diversas formas de violencia. Se convirtió en un espacio significativo para la reconstrucción de vínculos afectivos y la promoción del bienestar emocional. Este intercambio no solo permitió un reencuentro físico, sino que también facilitó un proceso de sanación colectiva en un contexto marcado por la privación de la libertad y diversas formas de violencia contra las mujeres.

Desde el inicio, se evidenció una gestión equilibrada de las emociones. Las familias pudieron ingresar al centro carcelario  con un ambiente respetuoso donde se promovió el trato digno. Las familias pudieron ingresar a un ambiente respetuoso, donde se promovió el trato digno. 

La preparación del día previo permitió que las y los participantes llegaran con disposición emocional y expectativas realistas. La agenda incluyó actividades artísticas como la recitación de poemas y bailes en un ambiente festivo, con decoraciones que evocaban sus tierras natales del Chocó. El director de la cárcel y el subdirector, presentaron un saludo cordial valorando el intercambio.

El espacio se transformó en un refugio y espacio seguro donde las familias pudieron dejar atrás las tensiones cotidianas y celebrar su vínculo. Las sonrisas, las risas y hasta los momentos de «desorden» evidenciaron que, a pesar del contexto adverso, hay espacio para el disfrute y la alegría. 

La despedida fue emotiva, especialmente para los niños que han crecido sin una figura materna presente. A pesar ello y gracias a la preparación previa y al acompañamiento psicosocial,  se logró manejar con sensibilidad esta etapa final del encuentro.  

Dimensión psicosocial del intercambio

El momento del reencuentro estuvo cargado de emociones intensas; el abrazo entre madres e hijos fue un testimonio palpable del amor y el anhelo que se habían acumulado. No solo fortalece los lazos familiares, sino también la resiliencia emocional. La capacidad para adaptarse y superar situaciones adversas se ve reforzada cuando las personas cuentan con el apoyo afectivo de sus seres queridos.

La alegría de los niños al ver a sus madres, la sorpresa en los rostros de las familias al notar los cambios positivos en las mujeres—tanto físicos como psicológicos—fueron reflejos del impacto profundo que tuvo este encuentro. Las familias se dieron cuenta de que, a pesar del entorno adverso, las mujeres han encontrado formas de crecer y transformarse.

El intercambio realizado fue un momento trascendental que nos permitió explorar las complejidades emocionales y psicosociales que rodean la experiencia de la privación de libertad. Es un recordatorio poderoso de que incluso en los entornos más desafiantes, siempre hay oportunidad para el crecimiento personal y colectivo.

En el proceso de reintegración social es muy valiosa la oportunidad de compartir las historias vividas, mientras se reconstruye la confianza y se fortalecen los lazos afectivos. 

En el relato de familias y mujeres privadas de la libertad resaltó un deseo común de sanar heridas pasadas y reenfocar sus relaciones desde la gratitud y el perdón. Escucharse disminuye la estigmatización, aumenta la comprensión de lo que viven las mujeres, lo que las llevó a su situación en cárcel. Es un paso hacia la construcción de nuevas narrativas sobre la vida y realidades de las mujeres dentro del sistema penitenciario.

La conexión entre mujeres privadas de libertad y sus familiares fue fundamental con un impacto emocional profundo en cada participante. Este tipo de iniciativas generan resiliencia y trascienden las barreras impuestas por el sistema penal. 

El intercambio es parte de las acciones del proyecto Reglas de Quibdó con apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y en alianza con la Plataforma Unitaria contra las Violencias de Género.

 

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