03 de octubre de 2019
Las mujeres que viven en comunidades rurales enfrentan serios desafíos sociales y económicos como resultado de los estereotipos de género y la discriminación, los cuales impiden el acceso equitativo a oportunidades,
recursos y servicios. Igual que a las mujeres en las áreas urbanas, a las del
campo no se les reconoce, en general, el trabajo de criar y cuidar a niños y
niñas, ni de administrar un hogar. Además, su papel crucial en garantizar la
seguridad alimentaria con la agricultura a pequeña escala y la cría de
animales, no siempre es reconocido o considerado una contribución esencial a la economía familiar ni al PIB del país.
Las prácticas y barreras culturales dificultan que las mujeres reconozcan
incluso sus propios intereses y que estos sean visibles y tenidos en cuenta
en los procesos de toma de decisiones.
A pesar de la contribución esencial de las mujeres en las labores del cuidado, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria, sus derechos a la tierra o la remuneración de su trabajo no son reconocidos a menudo, debido a la existencia de estructuras predominan temente patriarcales.
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